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Si bien la política exterior de Estados Unidos hacia Venezuela es bipartidista, todavía es una incógnita cuál será la posición que asumirá el presidente electo, Donald Trump, en medio de conflictos mundiales que impactan en aspectos energéticos: ¿una política de máxima presión como en su primer período o una más moderada como la que adoptó el actual mandatario, Joe Biden?
La incertidumbre aumenta conforme se acerca el 10 de enero, fecha en la que el presidente electo de Venezuela debe asumir el cargo, en medio de cuestionamientos de la comunidad internacional que pide resultados “verificables” de las elecciones del 28 de julio.
Benigno Alarcón, politólogo y director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), afirma que, por lo pronto, solo queda claro cómo actuó Trump durante su primer mandato.
“Sabemos lo que sucedió en el pasado, pero también sabemos que hubo cosas que no funcionaron como esperaba la Casa Blanca en ese momento y eso podría modificar la conducta”, sostiene, aunque no descarta que las relaciones puedan ser “más accidentadas”.
Luis Peche Arteaga, consultor político e internacionalista, subraya que existen intereses de actores económicos estadounidenses vinculados al sector petrolero, lo que, a su juicio, podría ser un factor importante en la política de Trump.
Leonardo Buniak, economista, calificador de riesgo y especialista en geopolítica de la energía, destaca que respecto a las sanciones cualquier escenario es posible, pero ve poco probable que sean revocadas las licencias aprobadas a empresas petroleras.
“¿Por qué razón?, porque va a primar la seguridad energética de EEUU. En cualquier escenario sociopolítico en Venezuela el petróleo manda”, dijo a periodistas en un foro empresarial celebrado recientemente en Caracas.